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jueves, 19 de febrero de 2009

AMÉRICA LATINA, CHINA y LOS EEUU - Dr. Juan G. Tokatlian


AMÉRICA LATINA, CHINA Y EEUU Por Juan Gabriel Tokatlian
AMÉRICA LATINA, CHINA, Y LOS ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMÉRICA: UN TRIÁNGULO ESPERANZADOR.

Es probable que América Latina tenga la mejor oportunidad, en décadas, para establecer una relación triangular positiva con las dos potencias mayores. Una nueva ligazón que conecte China, EE.UU. y América Latina tiene un mayor potencial de éxito que otras alianzas del pasado.
El Triángulo Atlántico – EE.UU., América Latina y Europa- nunca se desarrolló plenamente durante el siglo XX: el fantasma de la Doctrina Monroe siempre estuvo sobrevolando. Por su parte, los lazos trilaterales entre la U.R.S.S., los EE.UU. y América Latina fueron trágicos para la región: la lógica de la Guerra Fría impidió la coexistencia. Y la relación entre los EE.UU., América Latina y Japón fue una ilusión de la década de los ’70 que nunca se plasmó en hechos concretos.
Hoy se abre una oportunidad real de construir una relación geopolítica cooperativa entre Beijing, Washington, y América Latina. Para esta región una nueva fase de la influencia china ha sido menos negativa y más prometedora.
Desde principios de la década del ’50 hasta fines de los ’70, la presencia china en América Latina se limitó a una diplomacia cultural marginal, sesgada por los asuntos ideológicos y basada en expectativas revolucionarias. Beijing promovió la desestabilización, los slogans anti norteamericanos y los partidos pro chinos (y anti soviéticos). En ese período, China se comportó como un jugador que intentó cambiar las reglas del juego por medios agresivos.
En la actualidad el acercamiento de Beijing a la región involucra una activa diplomacia económica caracterizada por el pragmatismo y basada en la conciliación, la búsqueda de la estabilidad, la preocupación por no irritar a Washington y apuntada hacia el fortalecimiento de los lazos entre los Estados. De esta manera, el interés creciente de China en la región, parece moderado, no desafiante y a favor del statu quo.
En años recientes China ha actuado de manera responsable en la región, esto explica el porqué, en gran parte, ningún país de peso de la misma ha ejercitado su “poder de veto” para detener o revertir lo que se ha convertido en una política prudente y confiable de compromiso hacia China.
Los EE.UU. no tienen motivos para temer a los nuevos contactos entre China y América Latina, por cuatro razones: En primer lugar debe enfatizarse que las relaciones entre América Latina, China, y los EE.UU. están caracterizadas por una dinámica asimétrica en la que el último opera como un poder global, China como un poder regional y América Latina como una periferia no amenazante. Las tres partes pueden manejar esta asimetría evitando la ambigüedad, el conflicto y las malas interpretaciones.
En segundo lugar, las tres partes no constituyen un triángulo estratégico: los lazos bilaterales de cada uno no están muy entrelazados ni tienen la misma importancia para todos. La significancia recíproca de las relaciones entre Washington y Beijing es, para cada parte, mucho mayor que su relación respectiva con América Latina. Al mismo tiempo, el peso de los EE.UU. en la política externa e interna de América Latina es mucho más importante que la de China, en tanto que la región no está en dentro de las prioridades más altas de China, si las comparamos con otros países (en particular con los más desarrollados) y otras regiones (en especial las de su periferia más cercana). Más aún, la historia y la reciente evolución de este triángulo no ha tenido mayor incidencia en el balance internacional del poder y no parecería tenerlo en el futuro.
Tercero, deben considerarse las cuestiones geográficas. América Latina está localizada en el mismo hemisferio que la superpotencia que lidera el mundo y ha sido tradicionalmente segura para los EE.UU. Además, esa supremacía continental sigue intacta a pesar del “giro a la izquierda” que ha experimentado la política de la región desde principios de siglo.
En forma análoga, si consideramos que Asia alberga varios contendientes importantes (India, Japón, China y Rusia) y otros medianos, es poco probable que China tenga la capacidad o la voluntad de ser un rival serio de los EE.UU. en el resto de América.
Por último, los valores juegan un papel importante. América Latina comparte (y contribuye a) los valores democráticos del Oeste. Además, la última ola de autoritarismo de los años ’70 dieron ímpetu a una reafirmación del régimen democrático. En esta consideración, el modelo político interno de China no resulta muy atractivo.

UNA DINÁMICA BENIGNA
No obstante todo lo expuesto, el factor más crítico a favor de una relación de suma positiva entre China, América Latina y los EE.UU. se ubica en el área de la seguridad. Por fortuna para las tres partes, América Latina no aloja armas de destrucción masiva, ni alberga focos de terrorismo internacional.
Las principales preocupaciones de China son el área de Taiwan y la provisión de energía. Además de ambos tópicos –que también son inquietantes para Washington- los EE.UU. identifican otras cuestiones que aumentan su sensación de vulnerabilidad como resultado de la influencia creciente de China en América Latina. Entre ellas esta la latente proyección militar de Beijing en la región, en puntos tales como el canal de Panamá, Colombia, Cuba y Venezuela.
Para América Latina existe una amplia variedad de problemas que tienen un impacto diario sobre sus ciudadanos, como por ejemplo, la debilidad del Estado, el use y abuso de drogas ilegales, la expansión del crimen organizado, la proliferación de armas de fuego, la degradación del medio ambiente y el crecimiento de la corrupción.
Un análisis riguroso de la agenda de seguridad triangular muestra que los asuntos más sensibles para Beijing y Washington no conducen necesariamente al conflicto. Algunos temas podrían requerir un acomodamiento mutuo (Taiwan, energía), otros, mecanismos de consulta (Cuba, Venezuela) y otros no son problemáticos (Colombia y el Canal de Panamá) o reales (injerencia militar china en la región). En paralelo, las preocupaciones más sustantivas para América Latina requieren voluntad política, diplomacia preventiva y trato cooperativo, una empresa que podría involucrar a las tres partes, sin costos individuales y con beneficios compartidos.
En suma, existe un enorme potencial para diseñar e implementar una geopolítica de no-confrontación entre las tres partes que, a la vez, podría ser un aporte nada trivial a la paz mundial.


Este artículo fue publicado en Democracy in International politics, Open Democracy (www.opendemocracy.net), febrero de 2007.
FUENTE : Traducido por Escenarios Alternativos.

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