
Por Alvaro Alba
En la búsqueda de caminos hacia la democratización de Cuba y su inserción en la comunidad de naciones democráticas, muchos expertos y analistas han analizado docenas de experimentos en América Latina y Europa. La transición española tras la muerte de Francisco Franco y el Pacto de la Moncloa ha sido obligada referencia. El referéndum de Chile que sacó del poder a Augusto Pinochet, la entrega del poder por parte de los militares y las continuas elecciones democráticas es siempre una constante en el estudio del paso de las dictaduras a las democracias.
Europa del Este da una verdadera enciclopedia de conocimientos con disímiles ejemplos. Está Polonia con su terapia de choque, la República Checa con su lustración y la lenta transición en Bulgaria. Rusia y su venta de vouchers, las ex repúblicas soviéticas del Asia Central con su autoritarismo feudal y el éxito de las tres naciones del Báltico. Se miraba y estudiaba a Occidente. Es hora de mirar al Oriente.
Taiwán es un verdadero caso de estudio para los que buscan medios efectivos y exitosos a la hora de hacer una sociedad democrática y económicamente viable.
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